10 ENFERMO, DESARREGLO FUNCIONAL Y ENFERMEDAD

ENFERMO, DESARREGLO FUNCIONAL Y ENFERMEDAD

Medicina Natural al Alcance de todos

La salud, que es normalidad funcional del organismo, sólo es posible con sangre pura y circulación normal de la misma en todo el organismo. Si colocamos la mano contra el sol, vemos en ella una masa rojiza, pues todos sus tejidos están impregnados de sangre, sin distinción de piel, nervios, músculos, venas, ligamentos y huesos.

Esto mismo ocurre en todo el cuerpo, de donde todos sus tejidos y órganos, desde la piel hasta la médula de  los  huesos están invadidos por la sangre, y se produce la muerte de los tejidos en donde se paraliza la circulación sanguínea, es decir, donde se presenta gangrena.

Según esto, la sangre es la vida del cuerpo y de aquí el nombre de fluido vital con el que se le designa. La sangre es producto de la nutrición general y de la digestión en particular. Se elabora en el aparato digestivo,  circula por arterias y venas bombeadas por el corazón y se purifica a través de los pulmones, de la piel y de los riñones. También es filtrada por el hígado y el bazo, siendo notable la acción de este último órgano que  denuncia, por el iris del ojo izquierdo, la alteración que sufre su contextura y la impureza que causa en él  la presencia de venenos inyectados en la sangre como medicinas milagrosas.

Salvo la herencia malsana, la sangre pierde su pureza por respirar aire impuro, por desarreglos digestivos y por sofocar la piel con abrigos inadecuados que debilitan su trabajo de tercer pulmón y tercer riñón. La sangre impura se carga de materias extrañas, pierde su fluidez y se torna espesa y viscosa. Esta alteración entorpece su circulación de tal modo que escasea en la piel, en las extremidades y en el cerebro.  

Esto  provoca un debilitamiento general de la vitalidad del cuerpo. el sistema nervioso, que es como el dueño de casa de todo el cuerpo, depende de la calidad del fluido vital y por esa vía determina el estado general de salud del individuo. La sangre intoxicada conduce a la parálisis por adormecimiento de la energía nerviosa.

Todo enfermo es, en grado variable, víctima del debilitamiento de su vitalidad por impureza y mala circulación de la sangre. Para hacer desaparecer cualquier dolencia es preciso purificar la sangre mediante buenas digestiones y activa eliminación cutánea, lo cual, como hemos visto, se logra congestionando la piel y refrescando las entrañas. La sangre pura es alcalina, fluida de color rojo encendido y se manifiesta en una piel limpia, fresca y sonrosada, sin coloraciones desiguales, manchas ni venitas.

Se puede apreciar el estado de la sangre de una persona en la garganta. Cuando el velo del paladar, la  campanilla y las glándulas presentan un color rojizo más o menos pronunciado o aparecen inflamaciones  de  los tejidos, podemos afirmar que la composición de la sangre está maleada. La sangre maleada o impura es ácida, de color más oscuro y viscosa. Los ácidos que dominan en su composición son causa de irritaciones, inflamaciones y congestiones. Esta sangre se  estanca,  no  circula  correctamente  y  deposita  sus   impurezas   en  todo  el  organismo, especialmente en los puntos menos defendidos.

Así explicamos el origen y desarrollo de todos los síntomas de trastornos de la salud. La sangre mala  produce  desnutrición  e  intoxicación  general  del  organismo,  por  pobreza  de elementos adecuados a la vida de la célula y abundancia de substancias tóxicas, lo que constituye el estado de enfermo. Por otra parte, las reacciones defensivas de los tejidos u órganos afectados por las materias  morbosas,  dan  lugar  a  congestiones  e  inflamaciones que  caracterizan  la  llamada enfermedad local. 

Definimos entonces:  enfermo es el sujeto cuyo organismo sufre un trastorno en su funcionamiento por mala nutrición y deficientes eliminaciones, y enfermedad es el síntoma o manifestación  morbosa localizada del estado anormal que afecta a todo el organismo y que siempre constituye un proceso inflamatorio de intensidad variable.

El enfermo puede existir sin enfermedad. Eso lo vemos todos los días, se trata de un joven con buena  constitución  física  y  que  lleva  una  vida  desordenada.  Sus  comidas  son verdaderas intoxicaciones y eso se exterioriza por el abultamiento e hinchazón de sus formas. Su fuerza vital mantiene una aparente normalidad, sin llegar a producir una crisis.

Pero, si puede existir un enfermo sin enfermedad clasificada, no hay enfermedad sin enfermo, pues todo síntoma supone un proceso morboso generalizado a todo el organismo.
El iris de los ojos revela dos aspectos: impureza generalizada en todo el organismo y localización del proceso morboso que se manifiesta como irritación, inflamación, congestión o destrucción de las fibras del tejido del iris en la zona correspondiente a los órganos afectados. Cargada la sangre de materias sin vida, no aptas para ser integradas en los tejidos, deposita las substancias tóxicas en los órganos y en las zonas más débiles del organismo originando irritaciones, dolores, etc.

La defectuosa circulación sanguínea en el órgano afectado debilita la vida celular,
desnutriendo e intoxicando  los  tejidos en los que se produce estancamiento de la sangre. Esa congestión, al elevar la temperatura local, favorece fermentaciones pútridas de materias orgánicas muertas ahí depositadas hasta llegar a producir la muerte de las células de ese órgano.

Comprendemos ahora, que para lograr el restablecimiento de todo individuo falto de salud es preciso seguir  un doble camino: dirigirse al enfermo para normalizar su digestión y activar sus eliminaciones colocando su cuerpo en Equilibrio Térmico. Además, tratar su enfermedad, es decir, el proceso morboso localizado,  descongestionando y derivando las materias malsanas hacia la superficie del cuerpo y las vías de expulsión del bajo vientre.
Autor: Manuel Lezaeta Acharan

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