06 TODA DOLENCIA ES DE NATURALEZA FUNCIONAL Y NO MICROBIANA

Salud Natural en Línea

Medicina Natural al Alcance de todos

“En lugar de estudiar alimentación y desintoxicación del cuerpo humano, hemos estado estudiando gérmenes... el mundo está en un camino errado. Libremos al cuerpo de sus toxinas y alimentémoslo correctamente y estará Hecho el milagro de la salud” Dr. Arbuthnot Lan.

Como lo define el diccionario, Salud es el estado de normalidad funcional de nuestro organismo. Constituye un fenómeno positivo y de naturaleza única. Enfermedad es la manifestación de desarreglo funcional del cuerpo, o sea, alteración de la salud, un fenómeno negativo también de naturaleza única. Así que no hay enfermedades sino enfermos y tampoco hay  enfermedad  local,  sino  como  efecto  del  desarreglo general.  

La  diversidad  de síntomas es determinada por la herencia, la edad, el sexo, la ocupación, la costumbre, el clima, etc. Salvo accidente, el cuerpo no se enferma por  parte: o está sano o integralmente enfermo. Aunque  el  accidente  y  la  enfermedad  se  caracterizan  por  la  alteración  mayor  o  menor  del funcionamiento del organismo afectado.

Pero si la enfermedad y el accidente tiene afectos análogos, su origen es diferente. El accidente supone una causa externa, ajena al individuo, mientras que la enfermedad obedece a una causa interior, propia del sujeto que la sufre.

Las enfermedades, pues, no vienen de fuera, como las supuestas infecciones, sino que se originan en el interior de nuestro cuerpo siempre por alteración digestiva. La enfermedad es la sanción que nos impone la Naturaleza por la transgresión de sus leyes que rigen la vida mediante el dolor nos vemos obligados a enmendar rumbos. También representa una  crisis,  reacción  defensiva  del  organismo  que  procura, expulsar  las  impurezas  que  le perjudican y que siempre se adquieren por nutrición no natural.

Atribuir la enfermedad a la infección microbiana es darle un origen análogo al accidente, lo que contradice la razón y nuestra experiencia. Como veremos más adelante, los microbios son agentes de vida y no de muerte. Aun la herencia no es causa de alguna enfermedad específica. La Iridología demuestra que los padres transmiten a sus hijos la calidad de su sangre y la contextura de sus organismos, pero no una dolencia determinada. Si las enfermedades se heredasen, la especie humana ya hubiera desaparecido de la faz de la Tierra.

Una vida juiciosa con nutrición adecuada y eliminaciones activas, regenerará la composición de la sangre heredada por los hijos de padres, que intoxicaron su organismo con una vida de errores o vicios. La escuela primaria debería enseñar a los niños a ser guardianes de su salud.

El ejemplo de los animales que viven en libertad y son guiados por su instinto nos enseña cómo obrar de acuerdo  con las leyes naturales  es  garantía de  que la salud sea algo corriente y ordinario.  En  cambio,  el hombre,  al  haber  degenerado  su  instinto,  es  víctima  de  errores individuales y colectivos que lo llevan a vivir en conflicto diario con la Naturaleza. Por eso la falta de salud es el estado habitual en el ser humano.

El  concepto  de  enfermedad  que  atribuye  ésta  a  la  infección  microbiana,  pretende  hacer desaparecer los males del hombre mediante procedimientos extraños al enfermo, medicamentos, cirugía, vacunas, etc. En cambio, nuestro método busca el remedio de sus males, cualquiera que sea el nombre de su dolencia, en el régimen higiénico del individuo.

La vida se desarrolla y mantiene por la incorporación a nuestro organismo de las energías y substancias necesarias a su economía y, además, por la oportuna eliminación de lo gastado, inservible o perjudicial. Así pues, la vida orgánica descansa en la nutrición y la eliminación . Cuando estas funciones son normales, el organismo estará sano y viceversa.

A través de los pulmones  y la piel introducimos en nuestro cuerpo las substancias y energías del ambiente que nos rodea: el aire, la luz, el sol, el magnetismo, la electricidad y las energías de todo tipo. Por el aparato digestivo incorporamos los elementos de la tierra, directamente tomados de las frutas y vegetales que comemos, e indirectamente en los productos animales. También con el aparato digestivo, más los riñones, se efectúa la eliminación de los desechos de la actividad orgánica.

Nuestro organismo es análogo a un motor de combustión interna. Para que este motor funcione normalmente necesita estar bien “alimentado” con aire, gasolina y aceite. Además, precisa limpieza general y una activas eliminación de los desechos, de ser posible con un escape libre. Finalmente, es indispensable la adecuada refrigeración para evitar calentamiento y la dilatación de los cilindros pues de otro modo se destruirían.

Esto mismo ocurre con el cuerpo humano. Para que exista salud es preciso una buena nutrición con aire y alimentos adecuados, lo mismo que una correcta eliminación por la piel, los riñones y los intestinos. Finalmente, también es indispensable la refrigeración del interior del vientre para evitar las putrefacciones intestinales que desnutren e intoxican al individuo, debilitando su fuerza y adelantando su muerte. De acuerdo con esto, los sistemas que pretenden triunfar sobre las dolencias  del  hombre  con  simples  regímenes alimenticios  o dietéticos  están  condenados  al fracaso, porque ignoran que la digestión requiere de la temperatura normal del aparato digestivo para ser fuentes de sangre pura y vida sana.

Sabemos que un motor que se calienta en exceso, dilatando sus cilindros, produce la fricción que dificulta el trabajo y conduce a la destrucción de sus partes. Igualmente, la fiebre interna, que en grado variable es común a todo enfermo, congestiona, debilita y destruye los órganos internos, al mismo tiempo que altera y dificulta las importantes funciones de la piel y los pulmones.

La nutrición normal (frutas crudas y semillas de árboles) no exige esfuerzo al organismo, lo que significa que tampoco altera las temperaturas del cuerpo que respira aire puro por los pulmones y la piel. Esa nutrición proporciona lo que necesita el organismo sin dejar impurezas en él y supone eliminaciones normales. Por esto es que la salud en última instancia depende de la nutrición. La nutrición inadecuada que exige un excesivo y prolongado trabajo del aparato digestivo es causa de fiebre interna y, por esa vía, de la producción de sangre impura. Esto rebaja la energía vital del individuo y origina las diversas anormalidades que se clasifican como enfermedades.

La enfermedad, pues, cualquiera que sea su nombre o manifestación, siempre está constituida por alteración,  mayor o menor, de las funciones de nutrición y eliminación, causada por la fiebre interna del vientre.
Se comprende, entonces, que el punto de partida y laboratorio que origina y mantiene toda dolencia siempre está en el vientre.

Enfermedad aguda y crónica 

La alteración de la salud puede ser aguda o crónica. La primera denuncia un activo esfuerzo de la energía  vital  para  restablecer  la  normalidad  orgánica  alterada  o  perdida  por  llevar una  vida antinatural. Ella constituye una crisis curativa que, si es favorecida y no sofocada, restablece la salud integral del cuerpo. Las dolencias agudas son propias de la infancia y de personas robustas.

En el enfermo crónico el organismo convive con su desarreglo funcional porque carece de la energía vital suficiente para operar una crisis curativa , vale decir, un proceso agudo de purificación. Los males crónicos predominan en la vejez y en individuos debilitados por desnutrición e intoxicación o tratamiento medicamentoso.

Sólo sana la enfermedad aguda, porque solamente ella revela defensas naturales adecuadas y capaces de liberar al organismo de la impureza que altera su funcionamiento normal. Para sanar la enfermedad crónica es  preciso convertirla en aguda. De aquí que, cuando se practica un tratamiento natural, se considere como indicio de curación cuando el enfermo ve reaparecer los síntomas agudos de su dolencia que habían sido sofocados con medicamentos o intervenciones quirúrgicas.

Una gonorrea que se sofoca mediante medicamentos o lavados astringentes de la uretra o vagina reaparece como recién contraída, a los pocos días de tratado el enfermo según mi teoría porque al normalizar la nutrición y activar sus eliminaciones, el organismo pone enérgicamente en acción sus defensas para expulsar las inmundicias acumuladas en su vientre por desarreglos digestivos mediante la supuración de sus mucosas uretrales o vaginales.

Mi Doctrina  Térmica,  favoreciendo  la  tendencia  curativa  del  organismo,  activa  los síntomas agudos que defienden la vida del cuerpo. En cambio, la medicina medicamentosa, confundiendo el síntoma con el mal mismo, pretende combatir éste suprimiendo su manifestación mediante tóxicos que rebajan la energía vital y detienen la actividad defensiva del organismo.

Fiebre  externa,  erupciones,  diarreas,  dolores,  supuraciones,  etc.,  en  sí  no  son actividades perjudiciales  sino  revelaciones  defensivas  del  organismo  que  acusan  en  él la existencia  de materias muertas, de substancias extrañas al cuerpo vivo que es preciso destruir y eliminar para librarlo  de  su dañina presencia.  La  composición  y  circulación  de la sangre  se  altera  con  la presencia  de  estas materias morbosas,  causando  trastornos diversos  que  erróneamente  se clasifican como otras enfermedades.

La medicina sintomática, que se practica como ciencia oficial, es anticientífica porque desconoce el hecho de que las reacciones naturales del cuerpo lo llevan siempre a actuar en su propia defensa.  Combatir  de frente estas  reacciones  manifestadas en el  síntoma es desarmar  a  la Naturaleza y  obligar al organismo a convivir  con  sus  propios enemigos. Así se explica que, mientras las estadísticas  muestran una disminución de las muertes por afecciones agudas, los males crónicos aumenten cada día la cifra de nuestra morbilidad y mortalidad.

La fiebre gastrointestinal es la naturaleza íntima de todo proceso morboso 

Sabemos que la fiebre es un proceso inflamatorio y congestivo de los tejidos afectados por reacción nerviosa y circulatoria. Se origina y mantiene por irritación, inflamación y congestión de las mucosas y paredes del tubo digestivo, como lo revelan el iris de los ojos y el pulso de todo enfermo. No existe enfermo sin fiebre, aunque  no lo muestre el termómetro. En las crisis agudas la fiebre aparece en la superficie del  cuerpo, mientras que en los males crónicos la fiebre está siempre refugiada al interior del vientre. 

Sólo la fiebre externa es signo de la defensa orgánica y la  fiebre  interna  denuncia  incapacidad  defensiva del  organismo.  Por  esto  es  que  siempre acompaña al enfermo sin síntomas. La fiebre externa puede apreciarse midiendo la temperatura con un termómetro bajo el brazo, mientras que la fiebre interna sólo constata por el pulso y la observación del iris.
Autor: Manuel Lezaeta Acharan

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