TRATAMIENTO DE DOLENCIAS

TRATAMIENTO DE DOLENCIAS
La Medicina habla el idioma de la Enfermedad.
Mi Doctrina Térmica habla el idioma de la Salud. El autor

Parte Práctica

Introducción

No cure, normalice, colocando el cuerpo en Equilibrio Térmico. Tal como he dicho, por primera vez en la historia, teniendo como base las revelaciones del iris de los ojos de millares de individuos observados en el curso de cuarenta años, mi Doctrina Térmica saca el problema de la salud del campo de la Patología y la Terapéutica y lo coloca en el terreno de las Temperaturas.

En lugar de ponerle nombre a la dolencia, mi Doctrina Térmica determina el carácter de la anormalidad funcional que debe ponerse en orden, siguiendo las revelaciones del iris de los ojos y utilizando la observación del pulso, como medio para determinar la existencia y grado de la fiebre interna, la cual siempre delata el desarreglo digestivo que se debe normalizar.

Recordemos que mi Doctrina Térmica, cuya aplicación enseño en esta parte, está al margen de toda escuela médica, se desentiende de la anatomía porque considera el cuerpo como un solo órgano, nada tiene que ver con la fisiología porque el organismo tiene una sofá función, que es la vida, y deja de lado la terapéutica porque la Naturaleza es quien se encarga de curar.

Para el enfermo, las cosas son muy diferentes dentro de mi doctrina, porque no es un "paciente" sometido a la autoridad del médico, sino "sujeto" al que se instruye para que actúe por sí mismo procurando la normalidad funcional de su organismo. Insisto, en mi doctrina el verbo "curar" no se conjuga, porque supone la intención de interferir en las actividades defensivas de la Naturaleza manifestadas en el síntoma. 

En vez de curar se debe normalizar colocando el cuerpo en Equilibrio Térmico. Toda dolencia desaparecerá con buenas digestiones y activas eliminaciones de la piel. Esto se consigue al provocar fiebre curativa en la superficie del cuerpo y combatiendo la fiebre destructiva en su interior. Naturalmente, los medios para lograr esto son siempre los mismos sólo varían las aplicaciones y su intensidad según el caso. 

Los principios son absolutos, pero su aplicación se adapta a cada sujeto. Así, una frotación de agua fría es benéfica en un cuerpo que ofrece calor para la reacción, en cambio, perjudicial en una piel fría que no reacciona con calor. Un infante precisa aplicaciones muy suaves; un hombre robusto andará mejor con aplicaciones enérgicas; cada individuo requiere del tratamiento de acuerdo a su estado y siempre habrá que actuar con tino, prudencia y buen criterio.

A pesar de que nuestro único objetivo es normalizar las funciones del organismo colocándolo en Equilibrio Térmico, adoptaremos al concepto vulgar de "enfermedad" para facilitar la consulta de las indicaciones y consejos expuestos en este texto, clasificar los distintos síntomas o manifestaciones de "falta de salud" con sus nombres corrientes.

De todos modos recordemos que lo importante no es conocer el nombre de la dolencia que nos aqueja, sino normalizar la digestión y activar las eliminaciones, para lo cual el objetivo será restablecer la digestión, el sueño, la capacidad de trabajo y la alegría de vivir. Así pues, sólo enseñaremos dos regímenes: uno para afecciones agudas, especialmente adecuado a la infancia, y otro para enfermos crónicos, más indicado para los adultos.

En la primera parte hemos estudiado los agentes de vida y la forma de aplicarlos. En esta parte, al tratar cada dolencia, indicamos sólo las aplicaciones más sencillas, al alcance de todos, a fin de hacer más fácil el tratamiento, sin cerrar la posibilidad de que las personas que quieran aprovechar el beneficio de las otras aplicaciones expuestas anteriormente, lo hagan siguiendo las indicaciones dadas en su lugar.

Finalmente, al analizar las figuras del iris que presentamos, el lector comprenderá que toda dolencia arranca de la zona digestiva y que el desarreglo digestivo siempre es de naturaleza inflamatoria, es decir, febril.

Curar y sanar

Conviene distinguir los conceptos "curar" y "sanar". El primero se dirige a aplicar remedios al enfermo para librarlo de sus dolencias, combatiendo los dolores de todo tipo y en general todos los desarreglos con tóxicos calmantes. La idea de "sanar", en cambio, corresponde al concepto de restablecer la salud alterada o perdida, normalizando la digestión del enfermo y activando sus eliminaciones, mediante la acción directa del interesado a través de actividades estrictamente personales que no admiten intervención extraña, como son el comer, evacuar diariamente su vientre, activar su piel, hacer ejercicio, dormir, vestirse, etcétera.

Según esto, "curar" es sinónimo de "aliviar", reparar provisionalmente, procurando un bienestar pasajero y artificial. En cambio, "sanar" equivale a restablecer la salud integral del individuo, al rectificar los errores de vida que lo pusieron al margen de su salud. El concepto de "curar" sólo conviene en el caso de acción extraña destinada a dar auxilio al individuo víctima de algún accidente que lo imposibilita para actuar por sí mismo. "Sanar" únicamente puede ser obra del propio interesado que pone orden en el funcionamiento de su cuerpo.

Si la enfermedad y la muerte son resultados de falta de salud, el único "remedio" contra estos males, lo constituye el diario cultivo de la normalidad funcional de nuestro organismo mediante nuestros propios actos de cada día. Podemos decir que, ignorando estas verdades, hoy en día el hombre no muere, sino que interrumpe su vida.

Fiebre y temperatura

Estos términos suelen usarse indistintamente para designar el estado patológico, que corresponde a la "calentura" o calor malsano que caracteriza a la enfermedad. Se habla de temperatura febril o calentura cuando el termómetro aplicado en la axila, ingle, boca o ano del paciente ha subido de 37 grados centígrados. Cuando la temperatura se acerca a los 38 grados hay fiebre moderada, con 39 ya se produce francamente y con 40, la fiebre es alta. 

Con 41 grados la fiebre es muy alta y con 42 el estado febril es gravísimo y muy peligroso. Sin embargo, de acuerdo con la Doctrina Térmica que enseño, puede existir fiebre o calentura aun cuando no la revele el termómetro. En efecto, el instrumento puede marcar 36 grados y el enfermo consumirse con calor de 40 grados en sus entrañas. Esta fiebre interna es acusada por el pulso, cuando los nervios han escapado a la acción enervante y depresiva que causa la intoxicación intestinal o medicamentosa.

En todo caso, ella es revelada por el iris de los ojos del enfermo, como lo explica mi obra sobre la materia. Ante esta incapacidad de la medicina, propongo la siguiente definición: "La fiebre o calentura es un fenómeno de naturaleza inflamatoria y congestiva, que se origina por reacción nerviosa y circulatoria cuando los nervios son irritados o sometidos a un trabajo mayor que el normal". Expliquemos. 

Cualquier golpe, martillazo, clavadura o quemadura en un dedo produce hinchazón, inflamación congestiva y alza de la temperatura de la zona afectada por reacción nerviosa. El calor es efecto de la inflamación y ésta, a su vez, es resultado de la reacción nerviosa y circulatoria de los tejidos afectados por el accidente. Esta elevación de la temperatura se puede comprobar utilizando el termómetro, pero la intensidad del proceso inflamatorio y congestivo escapa a este instrumento.

Cuando la inflamación y la congestión se originan en el aparato digestivo, la piel puede estar fría, especialmente en los casos crónicos. Esto es porque el congestionamiento de la sangre en las entrañas es proporcional a su ausencia en la piel y las extremidades. Este es el desequilibrio térmico que altera la normalidad funcional del organismo, es decir, su salud.

También distinguimos la calentura "curativa" que sale a la superficie del cuerpo, de la fiebre "destructiva" que permanece en las entrañas. La primera caracteriza a las dolencias agudas y la segunda a los estados crónicos. Finalmente, la fiebre destructiva en las entrañas se origina porque el estómago y los intestinos son sometidos a un trabajo forzado y prolongado para digerir alimentos inadecuados. 

A esto se añade el uso de ropas que sustraen a la piel del conflicto térmico que activa sus funciones. Tomemos el caso de la pulmonía, que es inflamación de los pulmones. La medicina actúa sobre la temperatura termométrica tratando de bajarla con tóxicos que adormecen la actividad nerviosa que caracteriza al estado febril. Sin embargo, el proceso inflamatorio interno no ha sido atacado y la congestión de los tejidos sigue en pie. Si aplicamos nuestro criterio, en cambio, se busca descongestionar las entrañas al llevar la plétora sanguínea a la superficie del cuerpo del enfermo. 

Se provoca fiebre curativa en la piel mediante reacción nerviosa, utilizando ortigaduras y frotaciones de agua fría, y se combate la fiebre destructiva mediante baños genitales, lavativas, dieta cruda de frutas y aplicaciones de lodo sobre todo el vientre. Pero además, lo que decimos de la pulmonía es aplicable a toda dolencia interna del cuerpo.

Tratamiento: La fiebre se combate procurando refrescar el interior del vientre y congestionando la piel con las reacciones del agua fría. Cataplasma de lodo sobre el vientre y, mejor aún, envolviendo el tronco del sujeto, en combinación con aire puro, frotaciones de agua fría y dieta de fruta cruda bastarán para controlar la calentura. Renovar constantemente el aire de la habitación, sin perjuicio de utilizar calefacción en el invierno.

Las seis frotaciones de agua fría una cada hora, en la cama o desde la cama constituyen la aplicación más sencilla para combatir la fiebre. Las compresas húmedas de dos a cuatro dobleces aplicadas sobre el vientre, de inmediato después de terminada la frotación, mantienen el refrescamiento interior. La compresa dorsal, cambiada cada 20 minutos, también es excelente. 

La envoltura o paquete entero o medio son igualmente recomendables, en especial entre la 11 y 12 de la mañana, dejando las frotaciones para la tarde. Cuando la fiebre es muy rebelde, especialmente en los niños, se debe dar frotación al lado de la cama y, al mismo tiempo, se prepara un paquete para envolver al enfermo una hora o más si hay mucho calor.

El baño de tronco de 18 a 20 grados durante 20 a 40 minutos (asegurándose de mantener la temperatura uniforme), es el medio más seguro para combatir la fiebre alta. Se repite cada vez que el pulso suba de 100 pulsaciones por minuto. Durante la noche se mantiene cataplasma de lodo sobre el vientre y de ser posible fajado completo cambiándose cada 4 horas o al despertar al día siguiente.

Alimentación exclusivamente de frutas y ensaladas crudas, agua con jugo de limón. Si hay estreñimiento, se recurre a lavativas con un litro o más de agua natural en los adultos repitiéndose hasta obtener resultados.

La cama

Está de moda la "cura de reposo y sobrealimentación". A los enfermos se les mantiene inmovilizados en cama, obligándolos a comer mucho y básicamente alimentos intoxicantes a base de caldos de carnes, leche, huevos, etcétera. Como veremos, este es el camino opuesto a favorecer las necesidades del organismo. Mi Régimen de Salud es enemigo de la cama.

La inactividad del lecho dificulta y debilita los procesos vitales de nutrición y eliminación del cuerpo, vale decir, su salud. En la cama la respiración se hace incompleta, se dificulta la digestión, la circulación de la sangre se entorpece y el trabajo de la piel se debilita al sofocarla con la ropa y las cobijas. Estando de pie, en cambio, el enfermo activa dichos procesos porque la vida es acción y movimiento.

Aun con fiebre o calentura alta, evito que el enfermo se postre en cama salvo cuando no puede mantenerse de pie. Toda persona de cualquier edad y dolencia que se vea obligada a guardar cama procurará mantener la actividad funcional de su organismo mediante frotaciones de agua fría cada hora o más, de menos de tres a seis veces al día. La única dieta adecuada al enfermo en cama, cualquiera que sea su edad pasando el año de vida, es de fruta cruda o ensaladas de la época. 

Comer poco cada vez y tan seguido según se desee. Nada de jugos, porque no los ofrece la Naturaleza, salvo para la sed. Los niños agregarán almendras dulces, nueces, avellanas o cacahuates. Si no pueden masticar, se darán lechadas de éstas o jugo de frutas. A falta de frutas, se recomienda avena cruda remojada en agua fría una o más horas endulzada con miel o frutas secas.

Hay que vigilar que el vientre del enfermo en cama evacue a lo menos una vez al día. Si esto no ocurre, se aplicará lavativa o enema con agua natural. Durante la noche dormirá con cataplasma de lodo sobre todo el vientre para evitar las fermentaciones pútridas del aparato digestivo y combatir la fiebre interna. En su lugar, faja derivativa, aunque es menos eficaz. Se cuidará que el cuarto mantenga aire puro a toda hora y en toda época, sin perjuicio de la calefacción.

Primeros auxilios o Tratamiento de afecciones agudas

Cuando una persona se siente mal, sin importar el diagnóstico o el nombre de su dolencia, ante todo debe desocupar su intestino y activar el calor de su piel y extremidades. Si el vientre no se ha desocupado en el día, la primera aplicación será una lavativa de agua natural. 

Para los adultos basta con un litro o menos, repitiéndola si no hay efecto en seis horas, hasta obtener la evacuación. Si el cuerpo pide reposo, el enfermo buscará la cama y, una vez que sus pies estén caliente, se procederá a aplicarle frotaciones de agua fría en todo el cuerpo, desde el cuello hasta los pies, una cada hora y abrigando sin secar. Estas frotaciones serán de 4 a 6 en el día para niños y ancianos y de 6 a 8 para adultos, realizándose cada hora y cuidando siempre la reacción de calor. 

Si esta reacción es débil se espaciarán, haciéndolas cada hora y fracción. Si hay mucha fiebre, cada frotación irá seguida de compresa húmeda sobre el vientre o de faja derivativa. Si la normalidad no se restablece el primer día, en los siguientes se hará un paquete largo de 10 a 11 de la mañana y frotaciones en la tarde. Durante la noche el enfermo, niño, anciano o adulto, dormirá con cataplasma de lodo sobre todo el vientre. 

Cuidando la reacción, es decir, que el lodo se caliente con el calor que extrae del interior del cuerpo. Para evitar enfriamiento, esta aplicación será de 4 a 5 milímetros de espesor. Si la fiebre es muy alta, la cataplasma se aplicará sobre el vientre y riñones, colocando primero la renal y en seguida la del vientre.

La alimentación será igual que para el enfermo que guarda cama. Si transpira mucho con las frotaciones, apagar la sed con limonadas o naranjadas sin azúcar. También se recomienda tomar jugos de frutas al natural. El intestino debe evacuar cada día aunque no se coma nada, pues por esa vía no sólo se expulsan residuos de la digestión, sino también la bilis, veneno que secreta el hígado y que el cuerpo no debe retener. 

El aire puro día y noche es indispensable para restablecer la salud. Cuando el pulso haya bajado a 80 pulsaciones por minuto en los niños y ancianos y a 70 en los adultos, ya habremos dominado la fiebre interna, que es el enemigo a vencer. Hay casos en que la piel del paciente está fría y no tolera las frotaciones de agua natural.

Entonces, antes de la aplicación fría procuramos calentar la piel con fricciones secas con la mano o con un trapo seco de lana y, mejor aún, ortigando todo el cuerpo. Si hay dolores, se deben seguir las instrucciones del párrafo dedicado al dolor, al igual que para los golpes, quemaduras, zafaduras, hemorragias, etcétera.

El tratamiento expuesto se aplicará diariamente hasta obtener la recuperación del enfermo, generalmente logramos esto antes de ocho días, salvo procesos febriles más crónicos. Una vez restablecida la normalidad del pulso, normalizada la digestión y vuelto el hambre y el ánimo, el enfermo abandonará la cama, cuidando siempre su digestión y evitando que se le enfríen los pies, y observará las prácticas de salud que se indican en el decálogo de la Ley Natural, al principio de esta obra. 

En adelante, los adultos seguirán el Régimen de Salud que presentamos en el capítulo 22 para mantener la normalidad funcional de su cuerpo.

Enfermo inmovilizado

Cuando se trata de un herido inmovilizado, de un paralítico u otro caso semejante, ante todo debe mantenerse activo el vientre del enfermo recurriendo a lavativas de agua natural, incluso diariamente. Día y noche se mantendrá cataplasma de lodo sobre todo el vientre para refrescar sus entrañas y mejor aún fajado de esta sustancia alrededor de todo el tronco, si hay mucha fiebre. 

Esta aplicación se renovará cada seis horas, dejando descansar el cuerpo durante al menos una hora, después de hacer frotación total de agua fría en la cama; cuidar la reacción. Si ésta es difícil, conviene ortigar previamente todo el cuerpo desde la planta de los pies. También se mantendrá lodo sobre la parte afectada. Dieta adecuada de frutas y ensaladas crudas y aire puro.

Resfriado o enfriamiento e indigestión punto de partida de todas las enfermedades

Estas dolencias constituyen el punto de partida y apoyo de todas las desdichas del ser humano. Estas anormalidades son inseparables, no pudiendo existir una sin la otra. La medicina microbiana ignora totalmente en qué consisten el vulgar "resfriado" y la popular "indigestión", que no son más que un simple asunto de temperatura.  Según mi Doctrina Térmica, estos fenómenos son el resultado del agudo desequilibrio térmico del organismo.

Mientras el frío domina la piel, la fiebre aumenta en el interior del cuerpo. Todos los males del hombre tienen su puerta de entrada en la piel, la vía digestiva o el aparato respiratorio. La debilidad de la piel propia de la vida civilizada, hace que toda dolencia sea efecto de piel fría, anémica e inactiva. Por esto las enfermedades se curan mejor por fuera que por dentro, activando los nervios de la piel en conflicto con el frío y provocando fiebre curativa.

No olvidemos que la piel con riego sanguíneo activo y, por lo tanto, calor natural, impide las putrefacciones intestinales que son efecto del excesivo calor del aparato digestivo. Pensemos, por ejemplo, en los indios de los canales de Tierra del Fuego que vivieron desnudos desde su nacimiento, soportando temperaturas de hasta 10 grado centígrados bajo cero. 

Aun cuando su alimentación era indigesta, gozaron de salud porque su piel se hallaba endurecida y poseían un activo riego sanguíneo, evitando la congestión interna. Cuando estos indios emigraban a la ciudad, con la ropa y los abrigos, se enfermaban y morían. El frío del aire o del agua tonifica la piel, la endurece y la obliga a desarrollar calor y a trabajar activamente. A la inversa, el calor artificial sobre ella la debilita, degenera e incapacita para realizar sus salvadoras funciones de tercer pulmón y tercer riñón.

Dolor

El dolor es el grito de la naturaleza animal que reclama auxilio y vigilancia, y se debe a la excitación de los nervios sensitivos que nos avisan de la existencia de un desarreglo funcional, irritación o lastimadura en el sitio donde se localiza. El dolor no es, pues, algo malo que se deba combatir con calmantes, sino que es una defensa del organismo par pedir ayuda. Atender un dolor de cualquier tipo con drogas calmantes, en vez de suprimir la causa del mal lo agrava al intoxicar la sangre. 

Aspirinas, fenalgrinas, morfinas y todos los agentes medicamentosos calmantes adormecen los nervios por intoxicación, deprimir la actividad funcional del organismo y paralizar la digestión, con lo que se agrava el mal. Si el dolor fuera enfermedad, la salud completa sería la del cadáver. En casos de lesiones o accidentes, el dolor imposibilita los movimientos porque necesitamos reposo para componer el daño producido. 

En las afecciones del tubo digestivo se presenta dolor o inapetencia porque el estómago necesita descansar para normalizar sus funciones. El dolor es siempre un centinela que está alerta para pedir auxilio en caso de peligro de la salud o la vida.

Tratamiento: Todo dolor de las entrañas revela irritación, inflamación y congestión, vale decir, fiebre interna que debe derivarse a la superficie del cuerpo con tratamiento general dirigido a activar la piel. También localmente se debe descongestionar mediante la compresa abdominal o mejor cataplasma de lodo sobre todo el vientre. Como calmante, cuando la parte afectada está fría, y aplicaremos bolsitas o cojincitos calientes de semillas de pasto miel o flores de heno o bien cataplasma de linaza.

Cuando la parte dolorida está caliente o afiebrada, las compresas de agua fría, de quitar y poner, por espacio de una hora o más, calman los dolores, lo mismo que un chorro continuo de agua fría sobre la parte afectada durante treinta o más minutos. La cataplasma de papa rallada y, mejor aún, el lodo natural es un calmante seguro. En dolores del apéndice debemos evitar hacer aplicaciones calientes. 

Si el dolor no cede ni al frío ni al calor, se actúa con estos dos elementos combinados como explicaremos más adelante. Hay personas que sufren de dolor de cabeza y que viven tomando aspirina u otros tóxicos análogos, con lo que arruinan su sistema nervioso, intestinos, riñones y corazón, sin conseguir librarse de su mal. 

Estos dolores tienen por causa la impureza de la sangre, generalmente como consecuencia de putrefacciones intestinales y el remedio más eficaz para combatirlos es el baño genital de media hora de duración diariamente y aún cada vez que se presente el dolor. Todas las drogas "quitadolores" paralizan la actividad del aparato digestivo y, por lo tanto, originan nuevos dolores por putrefacción intestinal.
Autor: Manuel Lezaeta Acharan

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